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COLUMNISTAS


¿Cuánto falta para ver los cambios en Hacienda?

Carlos Camacho [email protected] | Martes 22 noviembre, 2022


Es tiempo para que el Ministerio de Hacienda dé certidumbre y haga o no la presentación del proyecto de reforma al Impuesto sobre la Renta. El ensordecedor silencio que surge de la hueca acción de Hacienda convierte nuestro país en un sitio inseguro para hacer negocios.

Cuando vamos al derecho comparado nos podemos aturdir por la frecuencia, proactividad y voracidad de reformas fiscales draconianas, como la que entrará en vigor en Colombia o en los demás países del mundo, que entienden la necesidad de nuevos derroteros de fiscalidad ante las nuevas circunstancias globales.

Pero en nuestro país seguimos practicando el indefenso deporte de deshojar la margarita. Ahora sí, ahora no, que siempre nos lleva a una certidumbre jurídica nula para los agentes económicos. Una dicotomía entre discurso y acciones consecuentes que destruyen esa certidumbre que es fundamental para cualquier sistema jurídico y moderno.

Oímos una y otra vez diagnósticos que apuntan a un tarro de lombrices, sin importar de qué institución gubernamental se estudia, que carcomen nuestra riqueza nacional. Riqueza que construimos, por cierto, solo quienes contribuimos con el pago de impuestos, a pesar de la sistemática destrucción que generan las sanguijuelas que históricamente nos han drenado.

Cada día vemos más enfermo al paciente, nuestro querido país, mientras que cirujanos en cada parte se hacen la manicure, con propuestas de mera relevancia estética. Cuando toca ensuciarse las manos, perderle el miedo a la sangre y al olor de la anestesia, cuando es momento de entrar de una vez a la sala de emergencias y decirle frontalmente al país su diagnóstico y pasos a seguir seguros, se silencian. Está claro, es un paciente necroso y para evitar acudir a medidas forenses se requieren medidas urgentes, antes de que perezca.

Al Ministro de Hacienda le falta de todo para enfrentar la situación actual. Lleva sentado seis meses en un sonreír por no llorar y vamos hacia un abismo de inoperancia. Cuando aparece, mejor que no lo hiciera.

Si nos quejábamos de la indiscutible incompetencia demostrada por el ministro anterior, del actual solo podemos decir que, aunque lo mantienen en la alineación de los seleccionados para defender la patria, está literalmente “chupando banca” sin siquiera un minuto de juego.

Un país con una crisis fiscal como el nuestro no puede darse el lujo de tener un ministro de Hacienda en el salón de belleza, esperando instrucciones de salida. O el ministro se convierte en un actor importante y protagónico o es momento de sacarlo de la banca. Ahí estorba y le hace un daño enorme al país: el no hacer lo debido en el momento oportuno.

Nuestra ansiedad no radica en querer cambios de impuestos. ¡Dejen todo como está! Si su análisis concienzudo de la realidad de la economía nacional así lo define. Si consideran que la reforma fiscal es innecesaria, que basta con los tres mil millones de dólares en evasión anunciada por el presidente para “volar,” nosotros estamos bien con ello. La pregunta es, ¿por qué no nos dicen que ese es el camino? Nos parece hasta oportuno que se tome una ruta distinta a la de recargar aún más el hombro de los que siempre soportamos las cargas fiscales. Si hay tantos gigantes de la evasión en la calle, lo que debemos ver es acciones claras bajo el alicaído ministro de Hacienda y su dirección general de tributación.

Si el camino es recoger esos impuestos yacentes en el suelo de la impunidad arbitraria y perversa, debe hacerse ya. ¿Qué es más rápido y sostenible en el tiempo? ¿Una acción de recaudación efectiva, que no haga a nadie ufanarse de lo ricos que seríamos si no fuéramos pobres o definir una reforma fiscal integral?

Ya pasamos la “luna de miel” del gobierno con la Asamblea Legislativa menos fraccionada de las últimas dos décadas y poco se aprovechó. Fue una luna de miel seca, sin “prima noite.” Simplemente inaceptable. El quehacer está claro, pero nos hemos ido por medidas adicionales disimuladas por principales. Es cierto, la venta de activos del estado es una medida de gran trascendencia, estamos de acuerdo con ella, pero es complementaria y no principal para abordar los problemas estructurales del déficit fiscal.

También es fundamental la aprobación de los eurobonos, pero para ello es necesario táctica y tacto de todos. No solo del Gobierno Central y su falta de interlocutores en la Asamblea que hagan potables los acuerdos. Ojalá simples faltas de “penalty” fueran suficientes para lograr nuestro objetivo de rebajar el costo de deuda pública, que aumenta en urgencia ante el frenético panorama de alza en tasas de interés locales e internacionales.

Al sector privado no nos urgen nuevas cargas fiscales. Lo que nos urge es tener certeza jurídica. ¡Vean qué poco lo que pedimos! Pero vieras lo valioso que es tener el panorama claro, para luego no andar con prisas quienes tratamos de llevar nuestros negocios apegados a mejores prácticas y, a la vez, cumplir con nuestras obligaciones.

Todo lo que requerimos es definición. Los que nos dedicamos a esto sabemos que decirle no a una reforma fiscal es solo un canto de sirenas. Música que nos llevará a tragarnos una reforma de mayor tamaño y gravedad en poco tiempo.

Si la capacidad para lograr acuerdos no existió cuando la popularidad presidencial estuvo en su apogeo, es indudable que, conforme ese apoyo disminuya, serán menos viable las negociaciones que lleven a resultados indispensables para darle una “pedalazo” a la dormida economía costarricense.

Recuerdo con claridad las palabras del presidente Chaves cuando nombró al Ministro de Hacienda. Dijo que el haber sido él ministro de Hacienda le daba a él el conocimiento y autoridad moral para exigir resultados, pero le comprometía también a dejar al ministro “jugar con su agenda propia,” sin decirle qué debía hacer, para así poder exigir resultados de su gestión.

Señor presidente: Han pasado seis valiosos meses de su gobierno y seguimos inmersos en una guerra mundial, en una escalada de tasas de interés, en una crisis energética. Con todo respeto, le invito e insto a que pida resultados urgentemente a su ministro de hacienda. Permita que el país tenga certeza jurídica.

Confío en sus palabras señor presidente, sé que no ha sido usted quien le ha puesto amarras manos atrás al ministro, que le han hecho enfocarse en acciones cosméticas en vez de los asuntos económicos más importantes. Estoy seguro, señor presidente, que no es usted quien ha puesto una mordaza al ministro, que está evitando decir “esta boca es mía.”

Si me equivoco, y ha sido usted señor presidente ,quien lo ha puesto a “atajar los goles detrás de la cancha”, me disculpo con el ministro y le pido a usted o dejarlo actuar o remover al señor Acosta.

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