Desviación de fines
Federico Malavassi | Jueves 06 octubre, 2016
La ineficiencia es un pretexto para que la meta no se cumpla, se alargue el gasto y crezcan las burocracias y el empleo público
Desviación de fines
En relación con la lucha contra la pobreza, es muy claro e irrefutable que el aparato estatal ha confundido y desviado sus fines. Algunos dicen que “volvieron el rótulo para adentro”, otros que cambiaron de fin, pero lo cierto es que pareciera que cuanto más se gasta en combatir la pobreza, más aumenta esta.
Para el testigo imparcial la cosa es simple, sencillamente la burocracia se justifica y abona tema al clientelismo político. Entonces el tema de la lucha contra la pobreza, el pretexto de la solidaridad y algunas otras cuestiones similares se convierten no en metas por cumplir sino en modos de vida.
Además, el crecimiento del gasto público y la burocracia garantizan que la necesidad siempre existirá. Un poco de capacitación al respecto (disfrazada de educación) y todo el mundo jurará que se hace bien común y que se trata de justicia. Quien objete el crecimiento del Estado, quien quiera examinar las cuentas, quien hable de eficiencia y quien mencione rendición de cuentas será tildado de neoliberal, de injusto y de poco solidario.
De tal manera, además, se consolida un grupo que quiere vivir de las finanzas públicas. Parte de la estrategia aliarse con los buscadores de rentas a fin de perpetuar el gasto, la estructura burocrática, el puestillo, los pluses salariales, las gollerías y la pensión. No interesa la lucha contra la pobreza, lo que importa es vivir de ello.
Me informaron que una institución pública está aprobando un presupuesto cercano a los ¢9 mil millones en becas. Lo complicado es que mucho más de un tercio se gastará en la administración de los programas. Es obvio que no interesa un gasto razonable sino su incremento. Es claro que no hay voluntad para buscar algún esquema que permita racionalizar los recursos. Es más que evidente que no hay interés en coordinar con otras oficinas públicas que clasifiquen las necesidades y las personas que necesitan las becas.
La misma administración pública saldrá luego a clamar por más recursos y por el aumento del gasto público.
Sin embargo, es muy obvio que se están aumentando el número de empleados públicos, la burocracia y el gasto corriente. No solo llega menos al necesitado, sino que no hay eficiencia ni racionalización.
Tengo claro que esta forma de administrar los recursos públicos es una desviación de poder, una desviación de recursos, una desviación de los fines y un desperdicio del esfuerzo de los costarricenses.
No solo son prácticas contra los fines públicos sino que pareciera que el interés es disfrazar el incumplimiento para seguir en el ordeño de los presupuestos y consolidar una especie de Estado interventor en muchas actividades.
La ineficiencia es un pretexto para que la meta no se cumpla, se alargue el gasto y crezcan las burocracias y el empleo público. A final de cuentas, pareciera que no interesa llegar sino quedarse en el viaje financiado con el esfuerzo ajeno.
No interesa enseñar a pescar sino crear una burocracia que viva de regalar el pescadito ajeno.
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