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El insulto sindical

Federico Malavassi | Jueves 28 julio, 2016


La verdad es que lo importante son los servicios a los asegurados y no que los preste una institución pública

El insulto sindical

Es muy claro que hay una abierta campaña sindical que insulta y desinforma. Han recurrido a particularizar a algunos diputados, en una seguidilla cobarde de insultos, y también a asustar a todo el mundo confundiendo con la idea de que se pretende privatizar la Caja.
El asunto no es nuevo, pues los pendejos que atacan en manada siempre han existido. Tampoco es novedad que mientan para proteger sus gollerías, eso también es de vieja existencia.
Lo interesante es que han decidido agruparse en nuevas formas de sindicatos y algunos dan la cara (vamos a ver si se hacen responsables o simplemente seguirán haciendo “gracejadas” y no tendrán el valor de asumir las consecuencias de sus conductas).
Por una parte, es obvio que hay un abuso de las barras de la Asamblea Legislativa. Acudir a ellas debería hacerse con respeto y decoro. No se pueden tolerar la majadería, el insulto, la mentira, el vandalismo y la conducta de gamberros. El diputado debe tener garantía de hacer su trabajo con tranquilidad, pues se deben estimular la deliberación, el debate, la discusión y el control político. ¡Jamás deben imperar el grito, el insulto, la amenaza y el escándalo! Sin embargo, ha habido abulia y miedo de parte de algunas autoridades responsables, pues los desmanes deben acabarse cuanto antes.
No es bueno para la República que diversos grupos abusen de la amenaza y el vandalismo, no es bueno para la democracia que no respeten la opinión ajena, el derecho ajeno, el control político ni las expresiones de los diputados. Tal clima de desorden y amenaza no es bueno para legislar racionalmente, no conviene al pensamiento y es evidente que obstaculiza el diálogo y el intercambio de opiniones. Es innegable que se trata de conducta amenazante, que pretenden ser intimidatorios y que pretenden imponer la fuerza sobre la razón.
Desdichadamente, más de una vez los gritones y montoneros se han salido con la suya. He sido testigo de ello. Bastan unos gritones y unas patadas al piso, el salón del Plenario Legislativo vibra y hace eco de ello, agregan unos insultos inaceptables en cartelones y muchos cambian de opinión.
Por ello es tan importante garantizar a los diputados tranquilidad y seguridad en su labor.
Punto y aparte es el hecho de que estos gritones y montoneros se autotilden de representantes del pueblo, del soberano mismo o de sus legítimos representantes. No lo son, no lo pueden ser, evidencian traición y sedición (que se suma a la cobarde agresión en manada) y desnaturalizan la función sindical.
Dentro de tal fantasía inconstitucional también debe colocarse la campaña de mentira y desinformación. Es evidente que algunos pretenden defender los privilegios y gollerías con el coco de la privatización. Ahora pusieron de moda, otra vez, asustar con la especie de que tras el control de gollerías y abusos lo que hay es un intento de privatizar la Caja.
La verdad es que lo importante son los servicios a los asegurados y no que los preste una institución pública. La evolución del estado de bienestar en Suecia evidencia que es mejor un esquema abierto y en competencia. Sin embargo, tal evolución no es lo que está en discusión. El hecho es que la Caja está privatizada, algunos cosechan privilegios y gollerías excepcionales, que van desde 20 meses de auxilio de cesantía hasta salarios impresionantes.

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