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¿Qué tal están tus amigos?

Laura Centeno [email protected] | Jueves 10 enero, 2019


“Dos son mejores que uno, porque tienen una buena recompensa por su trabajo. Porque si caen, uno levantará a su compañero; pero qué desgracia para aquel que no tiene a otro que lo ayude a levantar”. Eclesiastés 4:9-10.

Crecí con mi mamá sola hasta mis 12 años y como hija única hasta los 16, cuando llegó mi hermana.

Durante ese tiempo, mi mamá y mis amigos eran indispensables para sentirme feliz, entretenida y aprender a lidiar con discusiones y reconciliaciones de niña y adolescente.

Cuando llegué a ser “grande”, mis relaciones de amistad se distanciaron, por los diferentes caminos que cada una iba tomando.

Yo me casé, tuve dos hijos, me divorcié y en ese momento me percaté de que mi círculo de amistades y familiares tristemente se había reducido bastante.

Sin embargo, mantener buenas relaciones con los demás, en algún momento de la vida, ayudó a no sentirme tan sola a pesar de las circunstancias como la falta de tiempo, las responsabilidades, el trabajo, situaciones económicas adversas y muchos etcéteras.

Al sentirme “sola” fui más consciente de la importancia de mantener vínculos fuertes con aquellos que en el camino he tenido la dicha de conocer (para bien o para mal), así que me esforcé por retomar contacto con amistades de la vida y por crear nuevos círculos sociales entre los compañeros de trabajo, clientes y gente a la que tuve la buena suerte de conocer en lugares como el gimnasio, cursos o seminarios, en la universidad y actividades sociales familiares y laborales.

Cuando he buscado trabajo o clientes, mis amigos y colegas me han ayudado con sus recomendaciones, cuando he tenido problemas, he contado con la sabiduría de la familia y amigos que me aconsejan con su mejor intención desde sus diversos puntos de vista.

Cuando me he sentido triste, he tenido la bendición de tener a mi familia a mi lado siempre y el tiempo para tomar un café con personas valiosas y compartir nuestros “enredos”.

El simple hecho de escuchar y ser escuchada, me han aliviado congojas en momentos difíciles y también he podido ayudar a otros de vez en cuando, lo que también da mayor sentido a mi vida.

Cuando he tenido problemas en el trabajo, he tenido la dicha de tener compañeros que me han apoyado a “sacar el barco adelante” y en fin “dos cabezas piensan mejor que una” y por eso hay que compartir y relacionarse con los demás de forma positiva.

Incluso, quienes suponía que eran enemigos, terminan “sin querer queriendo”, haciéndome el favor de enseñarme alguna lección de vida.

Y personas a las que he hecho daño, me han perdonado e incluso me han dado un abrazo fraterno en momentos críticos, pero eso sí, hay que pedir perdón de corazón y perdonar de corazón para sanar relaciones rotas.

En fin, en esta vida a veces uno está en la cima y en otros momentos en un hueco profundo.

Sea donde sea que uno esté, si mantenemos y mejoramos nuestras relaciones con los demás empezando con la familia, si cultivamos amistades personales, y laborales genuinas, sanas y formamos equipos en donde dejemos una huella positiva, habrá momentos donde podremos ser el apoyo de los demás (lo cual es re-gratificante) o tener una mano amiga que te ayuda a salir adelante.

Así que si no has sido consciente de cómo están tus relaciones con los demás, te invito a reflexionar en esta temporada de Navidad y empezar a dedicar más tiempo a esas personas que aprecias como parte de tus metas para este 2019.

Perdonar y pedir perdón y empezar a conversar con aquellos que no conoces mucho para expandir tu red de contactos y amigos, una buena amistad simplemente no tiene precio.








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