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COLUMNISTAS


Quiero experimentarlo todo, Incluso las consecuencias

Natiuska Traña [email protected] | Jueves 21 noviembre, 2024


Vivimos en un mundo donde todos quieren la recompensa, pero nadie quiere el riesgo. Queremos vivir plenamente, pero sin aceptar lo que viene con ello. La verdad es que no podés separar una cosa de la otra. Las consecuencias no son el precio, son parte del viaje, y hasta que no lo entendás, vas a seguir atrapado en un ciclo de comportamientos reactivos que solo reflejan tus inseguridades y tu pasado.

Entre esas reacciones no solo está el drama evidente de perder el control. También está en los pequeños gestos: esos comentarios incómodos, los chismes que repetís, las críticas que lanzás sin pensar. Todo eso dice más de vos que de las personas a las que apuntás. Si hablás de personas en lugar de ideas, el problema no está afuera, está adentro. Preguntate: ¿Qué estoy construyendo con esto? ¿Qué parte de mí estoy proyectando en otros porque no quiero enfrentarla?

La lucha siempre es con uno mismo. Siempre. Es fácil culpar a los demás, es fácil esperar que el mundo cambie para que vos estés bien. Pero la verdad es esta: si querés un cambio, tenés que ser el cambio. Nadie va a hacerlo por vos.

¿Sabés qué pasa cuando evitás las consecuencias? Te convertís en una copia. En alguien que actúa para encajar, que renuncia a su autenticidad por miedo. Eso es lo peor que podés hacer. Porque el mundo no necesita más imitaciones. Necesita individuos que sean completamente ellos mismos. Nadie puede ser vos. Y si no te aferrás a eso, ¿entonces qué sentido tiene todo esto?

Sí, asumir la responsabilidad da miedo. Pero también es la única forma de tener control sobre tu vida. Si dejás que otros definan quién sos o cómo debés vivir, ya perdiste. En cambio, si enfrentás tus decisiones y sus consecuencias, ganás algo invaluable: libertad.

La próxima vez que te enfrentés a algo difícil, recordá esto: no es el mundo el que tiene que ajustarse a vos. Sos vos el que tiene que elegir desde dónde querés actuar. Desde el miedo o desde la autenticidad. Desde el ego o desde las ideas. La vida no es un accidente, es una serie de decisiones conscientes. Al final, la vida no se trata de evitar las consecuencias, sino de enfrentarlas con integridad y aprender de ellas. Se trata de construir algo que sea tuyo, auténtico y valioso, sin disculpas ni excusas. Porque cuando vivís desde tu esencia, dejás de ser una reacción al mundo y te convertís en alguien que lo transforma. Las consecuencias no son el final del camino; son las lecciones que hacen que el viaje valga la pena. Así que la próxima vez que dudés, recordá: experimentar todo también significa abrazar lo que viene con ello. Es ahí donde empieza el verdadero cambio, primero en vos, y luego en el mundo.

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