Urge actuar ante el cambio climático
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 16 agosto, 2021
Ya sabíamos que el calentamiento global es una realidad, y suponíamos que los incendios en el Pacífico de Norteamérica y en las costas mediterráneas, las inundaciones en Alemania, las sequias y los calores, la muerte de los arrecifes de coral, la elevación de los océanos y la frecuencia e intensidad de los huracanas están relacionados con ese cambio climático.
Ahora lo confirma el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés). Y nos convoca a una acción urgente para minimizar los daños que este calentamiento nos seguirá ocasionando.
El IPCC presentó la semana pasada su Sexto Informe de Evaluación (AR6) que es mucho más contundente que sus anteriores conclusiones sobre el impacto de la acción humana en el calentamiento global, sobre los daños que ya se producen, sobre la gravedad de los efectos perversos para la vida humana y el planeta de continuar con la tendencia actual, y sobre la urgencia de detener la acumulación de gases de efecto invernadero.
Este reporte de 234 expertos cuenta con la aprobación de 195 gobiernos, y resulta de la revisión de más de 14.000 estudios. Es posible gracias a los avances científicos que permiten llegar a conclusiones mucho más precisas, con mayor consenso y con menor variabilidad en las predicciones. Además, el transcurso del tiempo a partir del primer reporte AR1 de 1990 (el IPCC se fundó en 1988) e incluso del quinto (AR5) emitido en 2013, permite contar con mayores y mejores mediciones de lo ya ocurrido en acumulación de gases de efecto invernadero y en cambio climático lo que también aumenta la precisión y contundencia de las conclusiones.
Las principales son:
1. El cambio climático a partir de mediados del siglo XIX resulta fundamentalmente de la acción humana.
2. Desde entonces la temperatura del planeta ha aumentado en 1,1 grados centígrados (°C) Hace 8 años en AR5 se estimó en 0,9 °C, y con mayor variancia. Con esto ya se han generado cambios que se agravarán antes de que pueda haber una mejoría.
3. Desde 1850 la emisión de gases de efecto invernadero ha sido de 2,4 billones (millones de millones) de toneladas. Cada billón resulta en un aumento de la temperatura de entre 0,27 y 0,63 °C. La concentración en la atmósfera del dióxido de carbono (CO₂) es la mayor en los últimos 2 millones de años. La concentración de metano y la de óxido nitroso alcanzan los más elevados niveles de los últimos 800.000 años
4. El aumento de la acumulación de gases efecto de invernadero no debe ser mayor a 0,5 billones de toneladas, que al ritmo actual se alcanzaría en 15 años.
5. Para evitar mayores impactos negativos a los que ya implicará llegar a un incremento de 1,5 °C, es indispensable que para 2050 TODOS los países tengan 0 emisiones. Se atribuye a este resultado una probabilidad de solo 50%
6. Si continúan las tendencias actuales el calentamiento global puede llegar a 4 °C.
7. Es urgente actuar sobre las emisiones de metano que duran en la atmósfera un tiempo mucho menor, apenas una década, por lo que si se disminuyen radicalmente sus emisiones su concentración se reducirá rápidamente.
8. El calentamiento no ha sido mayor por la emisión industrial de azufre que produce aerosoles de sulfatos que reflejan la radiación solar que calienta la tierra. Se estima en 0,5 °C el efecto positivo de los sulfatos. Pero como son venenosos y han matado millones de personas su emisión va disminuyendo pues son removidos de las emisiones de carbón y de las que se originan en la refinación del petróleo.
9. Es ya imposible lograr que el calentamiento no sea mayor a 1,5 °C solo limitando las emisiones. Será por ello imprescindible eliminar carbono de la atmósfera mediante reforestación o por eliminación diseñada (sembrar aerosoles de sulfatos lejos de la tierra, u otros mecanismos para secuestrar el carbono y enterrarlo). Pero las tierras para reforestar son limitadas y los otros posibles instrumentos no se han diseñado y hoy no son más que ideas en cuya elaboración invierten algunas empresas y gobiernos, y no deben reducir los esfuerzos por disminuir las emisiones nocivas.
10. El calentamiento global ya es la causa del incremento de los incendios forestales, del descongelamiento en la Zona Ártica, de inundaciones y sequías. La temperatura global es la más elevada en los últimos 125.000 años, los glaciares se están reduciendo a un ritmo sin precedente en los últimos 2.000 años, la cobertura de hielo en el Ártico durante el verano es la menor en los últimos 1.000 años. En promedio los océanos se han elevado unos 20 centímetros en el último siglo.
11. Si se da un aumento de la temperatura mayor al que ya sufre la tierra los fenómenos meteorológicos extremos serán mayores y más frecuentes. Se trata de olas de calor, calentamiento en los océanos que mata corales y peces, lluvias más intensas y variadas y mayores inundaciones, huracanes y ciclones más fuertes y frecuentes, sequías más prolongadas, pérdidas de flora y de fauna. Antes una ola de calor se podía esperar en alguna región cada 50 años, hoy cada diez, y con un incremento de la temperatura de 1,5 °C se darían cada 5 y serían significativamente más calientes.
12. Con un aumento del calentamiento global de 1,5 °C se estima que los océanos se elevarán entre 30 y 60 centímetros adicionales. Las ciudades costeras sufrirán inundaciones que antes se habrían dado solo cada 100 años. Si el calentamiento sigue aumentando se podrían desestabilizar los hielos en la Antártida y en Groenlandia, potencialmente aumentando el nivel del mar en casi un metro adicional en este siglo XXI.
Según el Instituto Meteorológico de Costa Rica desde finales del siglo XIX la temperatura ya se ha elevado en 1 °C.
Este reporte nos convoca a mitigar y a adaptarnos.
Mitigar para minimizar los daños evitando que sea mayor la elevación de la temperatura.
Adaptarnos para que los daños que ese imbatible calentamiento nos produzca sean menores gracias a nuestra preparación para soportarlos.
En ambos casos contamos con ventajas por nuestras acciones del pasado. Pero en ambos los retos son enormes. El cambio climático no es un tema solo de los amantes de la naturaleza, ni sus acciones dependen solo de las acciones de los ambientalistas. Nos afecta gravemente a todos y todos tenemos mucho que ganar o que perder según como actuemos hoy. El mayor enemigo para enfrentarlo es la tentación de evitar costos hoy que pueden significar la diferencia entre un mañana de progreso y un mañana de miserias. Para salir ganando frente a este reto debemos con sabiduría actuar previsoramente y unidos ya. ¿Será posible que este sea un tema serio de la presente campaña electoral y que se evalúen costos y beneficios de diversas acciones en mitigación y en adaptación?
En mitigar el calentamiento.
Ciertamente somos muy pequeños y nuestro efecto global es muy bajo, pero todo cuenta, y en nuestro caso en especial es muy importante el ejemplo, por el bien logrado prestigio en temas ambientales acumulado durante muchos años. Para ello es preciso implementar con presteza el plan nacional de descarbonización, y la verdad no aprecio prisa por parte de las autoridades ni de empresas y ciudadanos para su ejecución en lo tocante a generación eléctrica, transporte público y la imputación de los costos por contaminar a los emisores. Como la descarbonización es rentable, actuar adecuadamente para mitigar el calentamiento global nos permitirá gozar de la creación de empleo de una economía que aproveche los cambios tecnológicos para crecer descentralizada, digital y descarbonizadamente.
Ponerle dientes al plan de descarbonización tornaría aún más atractiva la prohibición de la explotación de petróleo y gas (la de este último no parece posible si no se extrae también el petróleo que exista). Hace 20 años considero que fue un error la moratoria en la explotación de los hidrocarburos cuando ya teníamos avanzados los trámites para la perforación de pozos y había un horizonte suficientemente largo para su aprovechamiento. Podríamos haber aprovechado 20 o 30 años de esa riqueza si hubiese sido entonces descubierta. Hoy, empezar exploraciones nos permitiría explotar ese recurso dentro de 5 o 10 años cuando su valor y tiempo de uso será muy limitado, y entorpecería nuestro camino a la descarbonización y a la atracción de inversión para una economía limpia.
En adaptarnos a las condiciones de ese cambio.
Tenemos hoy más facilidad para hacerlo por los avances que ya hemos realizado en cobertura vegetal que nos han tornado más resilientes. El costo de duplicar la cobertura vegetal en los últimos 30 años se estima en $1000 millones, pero la UNA estima que nos da un beneficio anual de $1800 millones. Pero hay importantes temas pendientes: ¿Cómo nos aprestaremos a enfrentar el aumento del nivel del mar en nuestras costas? ¿Se está diseñando la infraestructura para soportar las inundaciones? ¿La planificación urbana y la zonificación están considerando los efectos del futuro calentamiento provocado por la contaminación ya existente y sus incrementos previsibles? ¿Cómo debe irse cambiando la tecnología ganadera, agrícola e industrial?
Estamos ubicados en una de las zonas del mundo que más impacto sufrirá. Algunas regiones como Guanacaste, la Zona Norte Central, partes de la Meseta Central y de la Zona Sur padecerán sequía. En otras partes, principalmente en Limón, habrá más bien un incremento de la lluvia. Esos dos cambios significan grandes retos para la agricultura, la industria, la infraestructura, el turismo, las poblaciones costeras y ribereñas.
Nos corresponde adaptarnos a las nuevas circunstancias de temperatura, condiciones lluviosas y nivel de mares y ríos. En este campo sí estamos atrasados en obtener y propagar la información, planificar coordinadamente las respuestas gubernamentales y ponerlas en práctica.
La adaptación a las nuevas circunstancias tendrá que darse, estemos preparados o no. Pero su costo será mucho mayor si no lo estamos. Don Walter Vergara del BID hace ya 8 años informó que podemos disminuir en $4 el costo por cambio climático por cada $1 invertido en adaptación.
El mayor peso de la adaptación caerá sobre las familias (reubicación de viviendas, mayores precios debidos a costos de producción más altos, etc.) y las empresas (cambios de tecnologías y de líneas de producción, mayores costos sobre todo en agricultura y turismo).
Para enfrentar esos costos adecuadamente la descarbonización es vía hacia una economía más productiva y competitiva. Pero se tienen que dar cambios importantes en la institucionalidad de electricidad, en la movilización de personas y de carga y en la imputación de costos por las acciones del sector público y de los privados (i.e. impuestos al carbono y a las emisiones de metano).
No son problemas fáciles, pero previsoramente debemos enfrentarlos y tenemos más facilidad para hacerlo por los avances que ya hemos realizado.
Además de actuar previsoramente, para tener éxito con la solución costarricense del calentamiento global debemos unirnos superando momentáneos intereses. Así podremos evitar que los más débiles y pobres sufran las peores consecuencias.
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