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Día Internacional del Libro

María Luisa Avila [email protected] | Jueves 26 abril, 2012




La lectura impulsa nuestra inteligencia, permite afianzar ideas, tener criterio más independiente de cara a los acontecimientos que la vida nos depara

Tricotomía
Día Internacional del Libro


El Día Internacional del Libro, promulgado por la UNESCO en 1995, se celebra cada 23 de abril en varios países. Costa Rica no es la excepción, sobre todo porque el estímulo hacia la lectura es fundamental para tener generaciones más educadas y más analíticas.
No es solo el placer que produce la lectura, sino ese acercamiento maravilloso a otros ámbitos y otras voces distintas a las habituales que mueven nuestra mente y nuestro pensamiento, que nos revoluciona y nos evoluciona.
La lectura impulsa nuestra inteligencia, permite afianzar ideas, tener criterio más independiente de cara a los acontecimientos que la vida nos depara. En otras palabras la lectura nos da libertad. Alguien decía que leer sin reflexionar, es como comer sin digerir.
Siempre he sido una incansable lectora, mis libros preferidos de la infancia fueron las aventuras de Julio Verne y Emilio Salgari, sin dejar de lado “Mujercitas”, “Corazón” y el “Pequeño Lord”, libros que saciaron mi sed de aventura y me transportaron a distintos mundos y parajes. De adulta otros autores estimularon mi mente y mi imaginación, pero el afecto por los autores de mi infancia se ha mantenido incólume.
En 1994 el mundo se sorprendía ante el descubrimiento, de una obra de Julio Verne, que había permanecido en la oscuridad de un cajón, “París en el Siglo XX”, libro de ficción convertida en realidad. Lo pude tener en mis manos hasta dos años después, lo leí en un solo día, era haber encontrado un tesoro, tesoro que me pertenecía, que iba a disfrutar, que me remontaba a mi niñez.
La lectura es un placer activo, requiere participación y compromiso. Por desgracia a veces se sustituye libro por televisión, lo cual es un terrible error.
Muchos libros son memorables, es fascinante como la misma lectura en distintas épocas de la vida, es capaz de evocarnos sensaciones, pensamientos y conclusiones diferentes. Eso me pasa cuando leo “La Insoportable Levedad del Ser”, de Kundera, en mi primera lectura al final de mi internado médico, la veía bajo la misma paradoja planteada por Parménides ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad? Diez años después compartía lo planteado por Oscar Wilde: “Lo terrible del hombre no son sus disparates, sino la terrible lógica que impone su conducta y su proceder”.
Luego de 20 años pienso que si la insoportable levedad del ser no fuera una constante, no valdría la pena recapacitar en lo que es verdaderamente importante.
El cuento número 13 de Diane Setterfield, no es solo una historia de suspenso, de verdades a medias, de recuerdos y de imaginación, sino una certeza que siempre habrá algo más que escribir sobre sus personajes y su trama. ¡Siempre habrá un cuento 13!
Viajar y conocer otras culturas me ha permitido no ser xenófoba, leer ser más tolerante. Gracias por los libros que he leído y por los que leeré, ojalá algún día agradezca por el que escribiré.

María Luisa Avila

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