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COLUMNISTAS


“Habemus plan fiscal”

Leiner Vargas [email protected] | Martes 09 octubre, 2018


Reflexiones

“Habemus plan fiscal”

Un cinco del mes, un temporal de principios de octubre, una lluvia necia todo el día, gritos, presas y múltiples mensajes detrás de las curules de los diputados, que, con simbolismo al mejor estilo tico, nos daban la impresión de una historia ya contada.

En la Asamblea Legislativa, cada quien anunció su voto desde temprano en la mañana, lo que aseguraba que sería una jornada previsible, la última sesión de la semana sobre el plan fiscal.

Las apuestas del gobierno para convencer a última hora a tres diputados más y garantizarle a la reforma, los 38 votos de la mayoría absoluta, elemento que podría reducir los riesgos de que la Sala Constitucional declare el proyecto inconstitucional, quedaron en eso, apuestas.

Empero, a pesar de las dudas, las críticas, los gritos en las afueras de la Asamblea, el proyecto fiscal logró 35 votos en primer debate, partiendo las aguas y anticipando lo que será el inicio de a campaña política de 2022.

La Alianza de los partidos de centro izquierda y centro derecha logró sostener el apoyo al desgastado y agujerado proyecto de reforma fiscal, no sin antes ser golpeados por fisuras internas en dos de las tres agrupaciones, mismas que anuncian una agenda legislativa muy compleja hacia adelante.

En el país, los heridos han sido muchos, los sindicatos han sido los mayores perdedores, al menos en el corto plazo, debilitados por una dirigencia bastante cuestionada, su propuesta de todo o nada terminó por ponerlos en una esquina y no poder negociar con grados de libertad.

El principal ganador, el diputado del Frente Amplio Villalta, que logró atraer nuevamente a su figura y la de su partido el verdadero sentimiento y agenda de la izquierda costarricense, que claramente se ha distanciado del PAC, otrora el partido de las clases medias y profesionales urbanas progresistas.

El plan fiscal aprobado es claramente una agenda que impone la versión del centro derecha costarricense, cargando los impuestos sobre la clase media y el ajuste del gasto sobre los profesionales trabajadores en el sector público, con amplios huecos a favor del empresariado exportador y turístico, que sigue en lo sustantivo como pasajero gratis en el país, disfrutando de exoneraciones y subsidios desde hace ya tres décadas.

El recorte presupuestario vendrá fuerte en el presupuesto 2020, con una regla fiscal austera y una implementación compleja de los capítulos tributarios y con reforma a los incentivos públicos, bueno, si finalmente la Sala Constitucional dice sí a la versión actual de la reforma fiscal. Si bien a la fecha, más de la mitad de los costarricenses se oponen al plan fiscal y un porcentaje menor apoya la huelga, con la implementación del ajuste fiscal veremos muchos más heridos o dolidos en el camino de los que ahora tenemos.

Las universidades públicas han perdido sin pelear, han visto aprobarse la reforma al porcentaje de educación que incluirá al INA y a los gastos de niños menores en el presupuesto constitucional para la educación. De igual forma y de manera impensable, se han deteriorado los ingresos específicos de las sedes regionales, problema por resolver y muy grave.

Definitivamente las universidades en este debate han estado claramente en nada. La afectación de la huelga ha sido mínima en las universidades y los estudiantes no han participado activamente en las marchas, con excepción de la marcha por la defensa de la autonomía universitaria.

Otros ganadores han sido los grupos empresariales amparados al régimen de zonas francas, las cooperativas y grupos de empresarios turísticos, no han sido tocados en sus condiciones de exoneración y continúan viviendo en otro país, sin contribuir sustantivamente a mantener el Estado del que todos los días exigen servicios de calidad.

Siguen gratis en una sociedad que se polariza cada día más, esperemos que como dicen en el campo, la jarana no les salga a la cara, cuando se deterioren la educación, la seguridad ciudadana y aún más la infraestructura, producto de la falta de compromiso para financiar con impuestos al país. El costo de estos agujeros en el plan fiscal, casi el equivalente a lo que se recaudará según las propias estimaciones del Ministerio de Hacienda, pone a la vuelta de la esquina otros procesos de discusión fiscal, el aumento del IVA del 13% al 15% y la eliminación de exoneraciones, aspectos que fueron descartados por los diputados en esta primera versión.

Un ganador sin duda a corto plazo es la frágil alianza gobernante o gobierno Alvarado-Piza, la reforma le permite el aire suficiente para viajar a conseguir los créditos puente de los organismos financieros internacionales y ganar el tiempo, para salvar una crisis de pagos, que ya estaba a la vuelta de la esquina según las clasificadoras de deuda.

El fantasma de la crisis macroeconómica pareciera alejarse, como se han alejado las nubes del primer temporal de octubre, pero no por mucho tiempo. Sin embargo, en el horizonte se están preparando nuevamente, las nubes grises del descontento social nacional, que cada día están más llenas de agua y grises.

La crisis política, otrora disfrazada de rechazo a los partidos tradicionales, PUSC y PLN, se está convirtiendo en algo más grave aún, una crisis de credibilidad en la política y en los políticos donde no se salva casi nadie.

Ahora toca repartir curitas, curar heridas y sanar disgustos y descontentos. Balancear los costos de un ajuste fiscal no deseado por nadie, aunque necesario para aliviar el problema de las finanzas públicas. Ahora viene lo más duro, la implementación de las medidas en cada campo, preparándose para atender las nuevas reglas fiscales, que se comprenderán por los ciudadanos hasta el momento de pagar el IVA nuevo y por supuesto, cuando pagaremos la renta personal global, principal cambio en la modalidad del impuesto sobre la renta.

A menos que la selección de fútbol gane los amistosos de esta semana contra México y Colombia, la alegría del aguinaldo será lo único que puede calmar los ánimos de tirios y troyanos, unos que intentarán sostener el barco por un lado y otros, tratando de desbordar lo actuado y hundirlo, al llevar a Sala Cuarta los resultados del plan fiscal, mismo que deberá volver de consulta constitucional y de múltiples réplicas de las instituciones consultadas, en cuenta las universidades públicas.

Así las cosas, quedan debate, bloqueos y tormenta para rato. Antes de que los aires navideños refresquen el panorama, las jornadas  de octubre se ven duras, vienen los cierres presupuestarios, los exámenes finales, la necesidad de completar aquello que faltó en lo discutido, de terminar de llenar la canasta antes de que nos tomen las bombetas, los toros y la fiesta del fin de año.

Ciertamente, se logró salvar el barco de la tempestad avecinada, seguramente que sí, agujerado y con muchos heridos en el camino, la implementación de un acuerdo fiscal claramente desbalanceado podría ser difícil para el gobierno de la débil coalición gobernante que tenemos. Primera prueba y el barco salió a flote, el problema de fondo es que se requiere recargar capital político y eso no se mira fácil, los partidos del sí, pagarán caro su osadía. La angustia de llevar el alimento a la casa es cada día más dura para un tercio de la población y la clase media endeudada es cada vez menos feliz en el país más feliz del mundo.

Unos y otros tenderán a cobrar con creces en las elecciones municipales de 2020 los avatares de 2019 y sus costos, pareciera que la tormenta que se avecina es aún peor a la que apenas termina. Se miran tiempos difíciles en el horizonte y muy probablemente, la agenda de derechos humanos tenderá a polarizar aún más al país, que definitivamente no está preparado para tanto ajuste y cambio. Ya veremos acontecimientos y mientras tanto, “habemus plan fiscal”.

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