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Viernes, 14 de marzo de 2025



COLUMNISTAS


Marzo mes de la historia de la mujer y de sus luchas

Alberto Salom Echeverría [email protected] | Viernes 14 marzo, 2025


Alberto Salom Echeverría

[email protected]

Introducción

En el año 1975 la ONU celebró por primera vez honrar a la mujer. En 1996 acordó -dice la crónica- un lema: “Celebrar el pasado, planificar el futuro”. El lema escogido entonces por las Naciones Unidas no me deja para nada satisfecho. Tengo que escribirlo en primera persona, obviamente porque es mi parecer. Lo razono de la siguiente manera: uno celebra a las mujeres y sus luchas siempre, en el pasado, en el presente y en el futuro. En el pasado lejano pude no haber estado, en el futuro puede que ya no esté. Por eso, lo crucial es el presente.

Si en verdad deseamos honrar a la mujer y hacer nuestras sus luchas, el lema debería transformarse para que se convierta en un “leitmotiv” para toda la especie humana en todo momento. En este sentido, personalmente quedaría más conforme si el lema dijera algo como “Conmemorar las luchas de las mujeres. Compartir sus preocupaciones hoy y siempre, luchar junto a ellas y para ellas”.

Un poco de historia

Fue a inicios del siglo XX, en plena sociedad capitalista industrial, cuando la mujer se había incorporado a los talleres textiles y fábricas, que se comenzó a formar más conciencia en primer lugar en muchas de ellas y entre determinados luchadores sociales, tanto mujeres como hombres, acerca de las enormes desigualdades sociales y laborales que subsistían y afectaban de una manera singular a la mujer trabajadora.

La incorporación al trabajo remunerado de carácter salarial no impidió que la mujer continuara soportando las tareas del hogar sumadas al cuido y la educación de los hijos en la casa. Se conformó así para ellas, una doble o triple carga de trabajo, pero, reitero, únicamente para las mujeres. Fue la primera vez en la historia, que semejante carga de trabajo recayó sobre las féminas; a partir de entonces fue menester hablar de que tales mujeres tenían una jornada de ocho horas o más de trabajo “remunerado” y otra no remunerada de dos o más labores especializadas que fueron denominadas trabajo doméstico, no pago. Por mucho tiempo, esta doble o triple jornada de las que hablamos para las féminas, se mantuvo invisibilizada para el resto de la sociedad.

En cuanto al trabajo remunerado, considero necesario puntualizar que, en la inmensa mayoría de los casos, la mujer recibía y, en numerosas ocasiones recibe todavía, una paga inferior a la del hombre, aun cuando el tiempo dedicado al trabajo fuera y hoy siga siendo el mismo. Quiere decir que la explotación -en términos de extracción de plusvalía- es mayor en la mujer. Esto constituye una inmensa deuda social que, las sociedades capitalistas han acumulado con las mujeres. Otra deuda no reconocida, es la que se ha dado en llamar el trabajo doméstico no remunerado. La mujer fue la responsable en la sociedad antigua y lo sigue siendo en la moderna, de acarrear con gran parte del mérito de formar, educar y disciplinar la futura fuerza laboral de la sociedad, constituida por los hijos e hijas que asisten a la educación preescolar, a la escuela, al colegio y en numerosas ocasiones a las universidades, no es poco el mérito; pero, no obstante, se mantienen sin realizar un trabajo remunerado. Hay que reconocer que algunos hombres hoy comparten tareas domésticas con sus esposas o compañeras, pero no son ni por mucho la mayoría; el machismo se interpone todavía e impide que el hombre como género, esté dispuesto a compartir a plenitud las tareas domésticas con la mujer, como el cuido de los hijos. Es una realidad. Adicionalmente, no existe ninguna ley o norma que obligue a los hombres a apoyar el trabajo extra, de tiempo no pagado, que se efectúa en el ámbito doméstico. De ahí que, lo realiza exclusivamente aquél que se haya enfrentado con valentía a la ideología del machismo y que entienda que el amor a su pareja implica el mutuo apoyo y respeto en todo. Hasta entonces podemos hablar de igualdad real.

La violencia contra las mujeres

Las mujeres luchadoras sociales, jamás podrán olvidar que la celebración del 8 de marzo como el día internacional de la mujer, está jalonado de hechos de violencia social contra el género femenino, que hoy está vigente. Uno de los acontecimientos más espeluznantes y abominables, fue el que se dio justamente el 8 de marzo de 1908, cuando murieron 129 mujeres en la fábrica Cotton de New York; las mujeres murieron calcinadas, porque frente a la huelga que ellas declararon, para conseguir la jornada de trabajo de 10 horas, y que se les pagara el mismo salario que los hombres por el mismo tiempo laborado, el dueño ordenó que se cerrara la fábrica para conseguir su rendición. La fábrica ardió, ocasionándose una de las tragedias más grandes que recuerde la historia de las luchas sociales y laborales. En 1909, fue la primera vez que se conmemoró el día de la mujer en honor de las trabajadoras que perdieron la vida en aquella tragedia. El año de 1910, marcaría un nuevo hito en la lucha de las mujeres por sus derechos, porque se celebró en la ciudad de Copenhague, la Segunda Conferencia Internacional de las mujeres socialistas, bajo la conducción de la gran líderesa Clara Zetkin, quien propuso declarar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, para conmemorar el macabro acontecimiento ocurrido en la fábrica Cotton de New York.

En los tiempos actuales las mujeres continúan siendo objeto de la violencia machista intrafamiliar y en otros espacios. La violencia contra la mujer sigue imperando, a pesar de que se ha avanzado bastante en la aprobación de leyes que castigan a los responsables de la agresión contra las mujeres.

Por fin, el 8 de marzo de 1975, en la ONU quedó oficializado el Día Internacional de la Mujer. Hay razones para festejar ese día, porque son muchas las conquistas alcanzadas, tales como, la incorporación cada vez en forma más abundante de la mujer al trabajo; se han producido conquistas importantes en la reducción de la jornada laboral a 8 horas, de los trabajadores en general, mujeres y hombres; además, algunos hombres han adquirido consciencia de lo relevante que es colocarse a la par de sus compañeras en las reivindicaciones sociales y laborales que están pendientes y un sinfín de otras conquistas. Sin embargo, es mucho el terreno que aún queda por recorrer; en cuanto a los derechos de representación, la ONU ha informado que, a escala mundial, las mujeres ocupan solamente el 24,9% de los escaños en los parlamentos, en el mismo sentido, únicamente 22 países en todo el mundo tienen a una mujer como jefa de Estado o de gobierno. (Cfr. Redacción Sociedad. “Día de la Mujer 2025: Por qué el 8 de marzo no se celebra, sino que se conmemora.” Losandes.co.ar/sociedad/día-la-mujer-2025…)

Epílogo

La vida de la mujer ha sido fatigosa y durante mucho tiempo hasta cruel sobre esta tierra, sufrió y sufre maltratos de parte del hombre en el seno de su propia casa. Sobre todo, durante el período de la esclavitud. La gran pensadora Hanna Arendt demuestra que, entre los esclavos y las mujeres acometían las tareas de la producción, aunque, debemos recordarlo, sin remuneración alguna. Los “libres” eran exclusivamente los hombres no esclavos; eran los ciudadanos que asistían en Atenas al Ágora, a discutir sobre los problemas de la ciudad. Nadie más tenía derechos en la sociedad antigua. Han debido pasar siglos antes de que la mujer pudiese salir de la esclavitud del hogar para lograr incorporarse al trabajo remunerado. Cuando lo hizo fue en condiciones de inferioridad respecto del hombre, percibiendo salarios inferiores, casi sin derechos y con jornadas extenuantes, en el principio de la época industrial y en condiciones vejatorias de las que hubo de librarse merced a luchas indecibles y heroicas.

Hoy la mujer ha adquirido la ciudadanía en la mayoría de las sociedades occidentales, y cuenta con derechos civiles y laborales adquiridos mediante la lucha social. Sin embargo, está lejos todavía de vivir despojada de la esclavitud del hogar, del maltrato a manos de sus esposos o amantes, de sus patronos o jefes, quienes todavía no guardan el respeto que es debido, porque carecen de consciencia de que hombres y mujeres hemos de vivir en igualdad real de condiciones y no solo lo que dictan las leyes y otras normas.

Está bien que conmemoremos cada 8 de marzo el día de la mujer, y hasta que celebremos las conquistas alcanzadas por ellas y para ellas. Pero, de nuevo hay que reiterarlo, falta mucho camino para que vivamos en sociedades donde la convivencia sea de verdad civilizada y en igualdad real entre mujeres y hombres. El escollo principal lo constituye la sociedad de consumo, la lucha voraz por la subsistencia, la pobreza que no ceja y que la padecen sobre todo las mujeres solas cabeza de familia, así como la creciente desigualdad social, laboral y política; en circunstancias en las que las mujeres, nuestras madres y abuelas, esposas, compañeras, hermanas, amigas siguen teniendo un papel subordinado y como lo dejamos narrado, hasta de maltrato en esta sociedad contemporánea.










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