Reflexiones: Sin patadas, pero para todos
Leiner Vargas [email protected] | Martes 21 julio, 2020
Ahora que quienes proclamaban el rebote de la economía en Julio y agosto, se asustan por la verdadera dimensión de la crisis y nos recetan sus propuestas, ahora que tenemos claro que el país y el gobierno han perdido el norte, ya no queda tiempo de patadas, todos y todas debemos ser parte de la solución. Está claro eso sí, que quienes advertimos de la dimensión de la crisis a tiempo y propusimos soluciones estructurales hace tres o cuatro meses atrás, no fuimos irresponsables ni charlatanes como algunos pretendieron decir, fuimos serios y claros, honestos y transparentes, fuimos consistentes con la situación y las circunstancias.
El país estará pasando en las próximas semanas y meses por una de las peores condiciones sanitarias, económicas y sociales de su historia. Usted ciudadano que me lee, está llamado a ser un héroe o un villano. Cualesquiera de los papeles que elija, sepa que a usted y a su familia también le puede tocar los números de la lotería del COVID-19. Podemos despotricar en las redes sociales o simplemente rezar, pero, de ahora en adelante, la pandemia nos agobia a todos, los ricos y los pobres, los blancos y los negros, los del campo y los de la ciudad. No se trata de nacionales o extranjeros, todos estamos expuestos de una u otra forma a contagiarnos con el virus.
Es justo reconocer que hoy somos más pobres como país producto de la pandemia, la pobreza no sólo está en las arcas del gobierno, se refleja en la cartera de los bancos, la facturación de nuestras empresas comerciales, el empleo y el salario de nuestros trabajadores, la pensión a la que aspiramos, los alquileres de nuestros inmuebles, la rentabilidad de los bonos o acciones para quienes las poseen. Todos estamos más pobres de cuando empezó la pandemia. La nueva condición nos obliga a todos a contribuir para la solución, unos y otros debemos bajar las armas y atender las razones. El peor escenario para considerar es la negación del problema, todos debemos tenerlo claro, seremos parte del problema o parte de la solución, ¿de que lado quiere usted estar?
Debemos evitar escuchar a los actores por separado, cada quién intentando salvarse o salvar a quienes representa. Las medidas económicas deben de ser consistentes con la visión de conjunto, cubriendo a todos y todas por igual. No queda de otra, el país debe acudir a las letras del tesoro, la única solución viable para evitar endeudar más al Estado, afuera o dentro del mercado financiero nacional, dicha deuda deberá ser a tasa pasiva y por lo menos, por 5 años de plazo. Tenemos 2 mil millones de margen que se pueden utilizar en los próximos dos años, dado que a la fecha las reservas monetarias del país suman más de 8 mil millones.
Tres componentes deben de priorizarse a mi entender, la capitalización de los bancos privados y públicos para evitar su quiebra inminente y la pérdida de los ahorrantes de su capital. Esto implicará consolidar el BCR y el BNCR en una sola institución y capitalizarla. No concuerdo con endeudarse para emitir avales a los bancos con una situación de inminente quiebra, que ya están al tope con sus carteras sucias, esa plata ya se perdió y deberá asumirse mediante capitalización del banco, entregando parte de la propiedad de este al Estado, la pandemia bancaria ya está no es un invento ni mucho menos una irresponsabilidad decirlo. Tampoco se vale salvar a los banqueros de gratis, siendo que no contribuirá con la pandemia, sino que terminará por arruinar al Estado.
El segundo tema es la capitalización de las empresas, aquellas que requieran redefinirse para la situación posterior a la pandemia. Este fondo de capitalización deberá administrarse por el Fideicomiso de Banca para el Desarrollo, garantizando que se invierte en nuevas empresas o se capitaliza a empresas que puedan responder adecuadamente el día después del COVID-19. Un fondo de capital y no de crédito, ninguna empresa con alta deuda y mucho menos a las tasas ruinosas de nuestro sistema financiero, podrá sobrevivir a los periodos de ajuste que tendremos posterior a la pandemia.
El tercer tema es la necesidad de fortalecer nuestra actividad económica en áreas de alto empleabilidad. El programa de fomento a la vivienda de interés social, la producción agrícola y el turismo deberán de fortalecerse con esquemas de fomento público. Para lo anterior será necesario utilizar parte de nuestro capital natural, el oro y los recursos minerales que contamos en nuestra plataforma marina que deberán empezar a explotarse de manera racional y sus rentas dedicarse al fomento de estas tres grandes áreas del desarrollo nacional.
Empero, todo lo anterior será necesario para empujar la economía hacía adelante. Sin embargo, el tamaño de la deuda y del déficit debe tener una clara contención en los próximos 12 meses, para evitar una quiebra de lo público. Ante lo anterior, debemos contribuir todos los ciudadanos con dos políticas claras y concretas a saber: la primera, una sobretasa al impuesto sobre la renta de las personas y de las empresas, equivalente a un 50% de aumento, según cada tramo del impuesto existente. Esta sobretasa se establece una sola vez y por un periodo de 12 meses a partir de su aprobación. En esta medida se incluiría al mismo tiempo la eliminación por un año calendario de las exoneraciones existentes al impuesto a la renta en el país, para todas las empresas u organizaciones que hoy están exentas del mismo. Si bien se afectará a todos los salarios, públicos y privados, se verían afectados en los distintos tramos del impuesto sobre la renta, de manera progresiva y no de tabla rasa como ha pretendido la Ministra de Planificación y el gobierno. Igualmente se verían involucradas las distintas fuentes generadoras de renta, reduciendo el impacto en la asignación de recursos que dichas medidas tienen.
Es cierto, el ajuste requerido en el Estado será necesario, pero intentar vender activos en medio de la pandemia es un disparo en el zapato. De igual forma, no podemos, ni debemos ajustar de manera antojadiza el gasto social, esencial para atender las condiciones de la pandemia. No se puede hipotecar la salud, la educación, la alimentación de nuestra población en medio de la crisis. El país requiere repensarse, reinventarse y eso también implica una seria reforma del Estado. La peor forma de recortar, limitar, liquidar o reducir el Estado es hacerlo por extrema necesidad. Este tema requiere de alto pensamiento y sobre todo, requiere de talento humano que reduzca en forma pero no en contenido el accionar del Estado.
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