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Reflexiones: Uno más uno, son siete

Leiner Vargas [email protected] | Martes 30 octubre, 2018


Reflexiones: Uno más uno, son siete

El análisis económico convencional está basado en elementos lineales, donde la suma de uno más uno es dos o menos de dos. Es sencillo, la mayoría de los análisis de política pública y muy en particular de asignación de recursos, se realizan sumando y restando datos contables y efectivamente en este contexto, uno más uno es siempre dos. En el mundo de la certidumbre perfecta, la información completa y la no existencia de fallas de mercado o externalidades, los economistas pueden valorar uno u otro proyecto de inversión con tal certeza de que sus tasas internas de retorno pueden permitir ordenar la asignación óptima de los presupuestos, contando con aquellos que son más o menos rentables socialmente hablando. Sin embargo, déjenme hablarles del mundo no perfecto, de aquel que tiene externalidades, costos de transacción, bienes meritorios y efectos dinámicos o ecosistémicos que producen disrupciones en el análisis convencional y que generan que la suma convencional de dos más dos no resulte necesariamente en cuatro, sino en ocho o más.

La economía disruptiva es un área mucho más compleja que la economía neoclásica convencional, aquella en que la demanda es un dato y la oferta se construye linealmente, sin que ambas partes del sistema se mezclen e interactúen. Pero por un momento pensemos que cada uno de los actores podría ser un prosumer, es decir, consumidor y productor al mismo tiempo. Creo que en ese momento la inversión se junta con la decisión de consumo y la optimización de ambas, no es para nada equivalente a la suma de sus partes. Se trata de un mundo distinto, de cambiar de dimensión y de hacer valer el hecho de que uno más uno es igual a siete. Si no eres capaz de pensar disruptivamente, entonces tampoco te gustaría pensar en la economía de lo que no existe, la economía disruptiva y la innovación, elemento central que explica los cambios en el sistema económico.

En tus clases de mercadeo te han enseñado a vender, seguro que sí, pero si de verdad te interesaría ser un buen mercader, deberías aprender a comprar y ser un excelente comprador. Entender por qué se compra, cómo se compra, para que se compra o para quién se compra es mucho más importante para vender de lo que convencionalmente decíamos. Digo todo esto porque la disrupción económica significa que cada decisión debe verse en su resultado ecosistémico y no necesariamente en su sencillo mundo lineal de causa y efecto. Alguien podría decirme que es primero el huevo o la gallina, qué tal si la respuesta es que los dos son primero, es decir, es el ecosistema y no una de sus partes la causa y al mismo tiempo, su efecto o resultado.

La dinámica que provoca el cambio tecnológico en los seres humanos es tan solo un efecto de lo que los seres humanos le provocan a dicho cambio. El proceso dinámico se expresa y transforma al interactuar con el ecosistema social en el que coexiste. La forma cambia y el fondo se transforma de manera dinámica. La tecnología no solo cambia al hombre, el hombre moldea y transforma la tecnología. Esta dinámica es una metamorfosis social que impone ajustes a la forma en como miramos el aprendizaje, el cambio tecnológico y el apoyo al desarrollo en los países. Es mucho más importante de lo que nos parecía en el siglo XX, la transformación del planeta en el mundo 4.0 en el que nos ha tocado vivir, hace que se requiera de manera urgente repensar la política pública científico-tecnológica y al mismo tiempo, repensar la distribución del presupuesto de inversiones públicas.

Para Costa Rica, a menos que logremos de verdad romper el paradigma lineal que existe en nuestros tomadores de decisiones y se sigan privilegiando los proyectos de inversión con flujos de caja positivos sin este análisis dinámico, será imposible crecer por encima del 3% o el 4% anualmente. Si no miramos de verdad en la profunda transformación de nuestra economía y del ecosistema asociado, no podremos seguir avanzando en productividad e innovación. Esto no es fácil porque implica creer que el próximo emprendedor que logremos sacar de la tiniebla puede ser nuestro salvador en una década en una industria nueva, porque la inversión en ciencia y tecnología de hoy tiene incidencias dinámicas en el cambio de la estructura productiva en una o dos décadas, efectos que no se pueden medir en una evaluación ni siquiera quinquenal. Urge como país darnos cuenta de que si bien la educación es importante, es mucho más importante la calidad y la complementariedad de la educación para afectar positivamente el ecosistema social y productivo. La próxima vez que alguien te diga que uno más uno es dos, responde disruptivamente que tal vez no, que efectivamente pueden ser siete.





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