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COLUMNISTAS


Salarios y presupuestos públicos

Federico Malavassi | Jueves 30 julio, 2015


El Estado está para servir y la idea de que el servicio público sea una vía de riqueza discriminatoria es inaceptable

Salarios y presupuestos públicos

El presidente Solís atinó, con gran precisión, que debía darse el debate acerca de los salarios en el sector público. No obstante, días después le enfrió el tono al asunto y, en una especie de estilo que desdichadamente parece ir formando uso, determinó que no se le iba a entrar al asunto por ahora.
No sabemos si se trata de una estrategia para afrontar el asunto con mayor certeza o si la cercanía de las elecciones municipales está marcando la pauta o de si es el miedo a las manifestaciones y demostraciones de los sindicatos. El hecho es que se ha pospuesto un tema esencial.
En tanto, algunos universitarios han dedicado la pluma a artilugios dignos de mejor causa (como nunca) buscando el pelo en la sopa de las planillas de Sicere. La molestia que muestran, el secretismo que buscan, la bajeza de sus argumentos y la actitud de mofa con respecto a estos asuntos evidencian que se ha tocado un asunto principal e inevadible.
Los salarios públicos son un tema importante en cualquier sociedad. El Estado está para servir y la idea de que el servicio público sea una vía de riqueza discriminatoria es inaceptable. La posibilidad de que se conjuguen la prebenda, la gollería, el abuso y las ventajas perpetuas (regímenes de pensiones) es todavía más odiosa.
Quizás algunos no terminan de entender qué significa ser servidor público, es obvio que tampoco entienden (o no quieren entender) cómo se componen los presupuestos públicos y cuánto pesan sobre la sociedad.
Por supuesto que los exabruptos del Ministro de Hacienda no contribuyen en nada a fomentar una discusión racional acerca del asunto. Ha confundido la ideología con la técnica y el prejuicio con la demostración.
De lo más triste e inefable de los difíciles tiempos que él mismo ha contribuido a fomentar, sobre todo con la irresponsabilidad con que se tramitó el presupuesto más deficitario de los últimos tiempos.
Han confluido el secretismo con el abuso, el monopolio con el exceso de burocracia, la autonomía con la gollería y todo ello con una indubitable actitud de no querer rendir cuentas. ¿De quién son las instituciones públicas? ¿Para qué son? ¿A quién deben servir? ¿Cómo deben servir? ¿Cómo evitar que vuelvan el rótulo para adentro?
¡Qué lástima que el presidente Solís le haya tenido miedo al debate! Se trata de una cuestión principal en el rumbo que lleva el Estado costarricense.
La cuestión es que sí fue rápido para tramitar un presupuesto y un aumento que favorecía privilegios, gollerías y ventajas y, en cambio, luego de anunciarlo se echó para atrás en la discusión respectiva. ¡Qué decepción y que irresponsabilidad!
La sociedad no debe quitar el dedo del renglón y debe abrir todas las posibilidades de información, análisis y debate. ¡Está en juego el futuro mismo de la sociedad y la solución al abuso y expoliación de que estamos siendo objeto los sectores productivos del pueblo!

Federico Malavassi
 

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