Y después del plan fiscal
Leiner Vargas [email protected] | Miércoles 28 noviembre, 2018
Reflexiones
La resolución de la Sala Constitucional deja el camino abierto al segundo debate del proyecto de reforma fiscal, era uno de tantos caminos posibles, quizás el que menos creímos que podría suceder. Los escenarios económicos de este resultado le dan un respiro al país que lleva más de 20 años enfrascado en una lucha por corregir la forma como se redistribuye la carga fiscal y que llegó al límite de sus márgenes. Ahora toca implementar la reforma y hacerlo bien, fortalecer la Tributación Directa para de verdad evitar que los nuevos impuestos se los lleve el viento. Requiere mucho esfuerzo en orden, normativa y sobre todo, nueva tecnología. Es claro que malgastar los ingresos tributarios es un verdadero pecado, pero el principal mal que debemos erradicar es la elusión y la evasión fiscal, mecanismos que aumentan la regresividad de los impuestos y que injustamente provocan un aumento en la desigualdad social del país. Es ahora tarea del gobierno el saber implementar la reforma para bajar el déficit fiscal al menos en tres puntos porcentuales del PIB y poner al país, de nuevo en las listas optimistas y positivas de la inversión a nivel global.
Una racionalidad en el gasto que debe ser fundamental para lograr equidad en la asignación y desarrollo de los incentivos laborales en el sector público. Una reforma en pensiones que corrija la injusticia de quienes actuarialmente se han beneficiado de ingresos muy por encima de las cotizaciones realizadas. Una corrección necesaria en el accionar de las entidades públicas descentralizadas que han venido generando incentivos laborales de manera bastante desordenada y que han creado grandes abismos y diferenciales en la forma en como se paga un mismo servicio dentro del Estado.
Todo lo anterior, ha llevado a un crecimiento de los costos del accionar público que se ha vuelto un efecto incontrolable y que provocó, un sentimiento de descontento en el resto de la sociedad. Es hora entonces de pensar en una reforma de lo público que articule una sana retribución a los recursos humanos, que motive la eficiencia y que garantice equidad en el sistema de incentivos, sin que este atente contra la sostenibilidad del Estado mismo y sus funciones más vitales.
De lado de los impuestos, la reforma es un antes y un después en una sociedad cada día más basada en servicios. El IVA será definitivamente un instrumento que ayudará a normalizar la situación de pago distorsionado en que hemos tenido al sistema económico, generando una mayor equidad recaudatoria y de ser tecnológicamente bien implementado, permitirá una mejor y más eficaz captura de los impuestos directos del sistema. Este fenómeno propiciará un espejo tributario que sin duda producirá mayor eficiencia en la recaudación y una normalización de los sistemas, reduciendo la competencia desleal. Esto también permitirá focalizar el combate a la evasión y al contrabando, ahora sí en la informalidad.
El proyecto de ley es sin duda un primer paso en un conjunto de reformas que permitan poner a caminar el país hacia la modernización de su infraestructura, dado que con el mismo se garantiza un espacio para aumentar la inversión pública estratégica, abriendo nuevamente la llave a recursos de deuda pública del gobierno. Es sin duda un espacio y una oportunidad para la reactivación económica y para recuperar la confianza de la inversión, nacional y externa, que podría ayudar a reducir el desempleo, principal deuda económica del siglo XXI.
Empero, el país ha quedado dividido y se requiere una clara explicación de la reforma en su fase de implementación. No será fácil recuperar la confianza y la esperanza, sobre todo porque la comunicación ha sido débil, ambigua y llena de mediadores poco validados. El país requiere volver a juntar sus mentes y voluntades en la dirección correcta, aumentar la competitividad y el empleo, favorecer el desarrollo sostenible y propiciar una mejor y más moderna democracia. Lo anterior es el reto de quienes hoy han puesto este primer paso, no retroceder será la gran tarea por enfrentar. Felicito públicamente a quienes han dado este significativo paso a favor de la estabilidad, al mismo tiempo que felicito a quienes han protestado y pedido cuentas, ambas partes siguen siendo el alma del costarricense y son quienes juntos, podrán sacar adelante al país. Humildad, trabajo y pragmatismo para salir adelante. Es hora de volver a pensar en el futuro nacional y crear más riqueza para así avanzar por el camino del progreso y la solidaridad, elementos centrales en una Costa Rica bicentenaria.
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